El Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Social y Familia y una empresa de Telecomunicaciones de cobertura nacional, realizó un estudio dirigido a Niños, Niñas y Adolescentes (NNA), de entre 10 y 13 años de edad, de 34 Colegios de la Región Metropolitana, para medir su comportamiento con Internet y Redes Sociales, denominado “Radiografía Digital 2019”.
Los resultados dieron cuenta que el 86% de los encuestados tenía celular propio; que las principales actividades en Internet son jugar (49%), ver videos (47%), ver películas o series (40%), usar Redes Sociales (33%) y escuchar música (32%). Así mismo, dio cuenta que el 96% utiliza YouTube, 85% WhatsApp, 54% Instagram, 26% Snpachat, 46% Spotify y solo el 5% no usa redes sociales.
Un dato no menor y que debería generar a lo menos inquietud, es que un 54% de los encuestados declaró haber jugado en línea con desconocidos, un 28% fue testigo de cómo le hacían Ciberbullying a otros y un 7% dijo haber sido víctima de bullying en Redes Sociales.
Ahora bien, producto del advenimiento forzado de las denominadas “Clases On-line”, tanto NNA como nosotros mismos, nos hemos visto en la obligación de familiarizarnos y utilizar diferentes plataformas tecnológicas a modo de “Sala de Conferencias”, que permitan una conexión en tiempo real y el desarrollo de la experiencia educativa, otrora presencial, ahora también de forma virtual.
Tales herramientas, indudablemente han traído consigo una serie de beneficios, por mencionar algunos, la eliminación de las barreras físicas, lo que permite la participación y conexión en espacios educativos de estudiantes que se encuentran físicamente distantes o imposibilitados de asistir presencialmente; la expansión en los límites de acceso a la información; la posibilidad de abordar contenidos en tiempos y horarios flexibles; la posibilidad de retroalimentación inmediata; la posibilidad de formatos y contenidos más dinámicos y atractivos; la necesidad de desarrollar competencias personales como la autorregulación, planificación, entre otras tantas.
No obstante, también han expuesto a NNA a situaciones desventajosas. Se presenta mayor número y variedad de distractores; se tiende a la segregación, producto de la desigualdad en cuanto a la calidad de acceso a estas TICs; aumenta la posibilidad de afectación de la salud física, a raíz del sedentarismo consecuente; se tiende a la deshumanización del proceso educativo, tornándolo más impersonal; se expone a mayores niveles de riesgos, asociados estos a la identidad, privacidad y especialmente acoso virtual.
Los datos aportados por “Radiografía Digital”, y estos mayores riesgos a los que se hace mención, nos deberían obligar a re – pensar nuestro rol como padre, madre y/o cuidador, en el contexto de una Convivencia en el ámbito de la “virtualidad”.
En este sentido, la Parentalidad (y Marentalidad) Positiva, concebida como una manera de entender la crianza y la educación, y más específicamente, como “el comportamiento de los padres fundamentado en el interés superior del niño, que cuida, desarrolla sus capacidades, no es violento y ofrece reconocimiento y orientación que incluyen el establecimiento de límites que permitan el pleno desarrollo del niño”, se nos presenta como una alternativa de protección para NNA.
La Educación en Valores también se constituiría en fuente de protección para una adecuada convivencia de NNA en espacios virtuales. Si bien debemos asumir que no todas las personas coinciden en su escala valórica, sin embargo, existe una serie de valores que son compartidos por la mayoría, en razón de su beneficio para la vida en comunidad, hablamos de valores como la Libertad, la Igualdad, la Fraternidad, la Tolerancia, la Justicia, el Respeto, la Solidaridad, entre otros, que deberíamos promover.
Educar en valores implica reconocer que junto con la información y el conocimiento (los elementos más reconocibles del proceso de escolarización), debemos también promover en NNA, el desarrollo de un conjunto de destrezas que les permitan desenvolverse en los diferentes ámbitos de la vida, habilidades que les permitan valorar y comprender sus propias emociones y las de sus semejantes, favoreciendo de esta manera la presencia de mayores niveles de confianza, menores sentimientos de incapacidad, mejores relaciones con los pares, mejores relaciones con los progenitores y/o cuidadores, y disminuyendo los niveles de estrés social. No debemos olvidar que aquellas habilidades que NNA internalicen como propias a partir de lo que al interior de la familia se promueva y enseñe, deberían serles útiles también y por extensión, para desenvolverse en el contexto de las realidades virtuales, convirtiéndolos en personas capaces de decidir y discriminar entre un comportamiento adecuado y otro inadecuado, entre uno que considere “al otro como un legítimo otro” y otro que lo ignore e invisibilice.
Pues bien, habida consideración de los diferentes modelos familiares existentes en la actualidad, en términos generales, se hace necesario para ejercitar una Parentalidad – Marentalidad Positiva y una adecuada Educación en Valores, que todo padre, madre y/o cuidador ejerza su rol de manera efectiva, promoviendo:
Dino C. Palavecino C.
Psicólogo
Encargado de la Buena Convivencia Escolar.
Fuentes.
“Radiografía Digital 2019”. Subsecretaría de Telecomunicaciones, Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones del Gobierno de Chile.
“Parentalidad Positiva y políticas locales de apoyo a las Familias”. Ministerio de Sanidad y Políticas Sociales del Gobierno de España.
“Educar para Proteger, Guía de Formación TIC”. Fondo Social Europeo, Junta de Andalucía.